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DIARIO TRIBUNA

COLUMNA DE REYNALDO CASTRO QUE MUCHOS SE NEGARON A PUBLICAR EN VERACRUZ

COLUMNA DE REYNALDO CASTRO QUE MUCHOS SE NEGARON A PUBLICAR EN VERACRUZ

Prospectiva Política

15 de septiembre de 2009

reynaldocastromelgarejo@hotmail.com

 

 

¿Se Acuerda Señor Gobernador…?

fue la noche del 15 de septiembre de 2008…

frente al Palacio de Gobierno del estado de Veracruz

Un Comando Armado casi masacra a una familia…

Fue hace un año,  casi matan a Martín,

a su esposa y a sus pequeños hijos

¿Nadie investigó?

Sí,  hay Denuncia de Hechos…

¿No hay culpables?

¿NO HAY JUSTICIA?

 

Señor Gobernador, ¿Recuerda lo que decía la manta?

Que provocó tanto odio y tan temeraria  agresión

 

FIDEL, TU INJUSTICIA también LATE CON FUERZA

Y SEGUIMOS ESPERANDO ¡BASTA DE IMPUNIDAD!

 

Un Comando Armado invadió con destreza

las oficinas de Diario Tribuna…

Una voz Gritaba a Martín:

 “Quita esa madre hijo de la chingada…”

“¿Por órdenes de quién?...preguntó Martín…

¡POR ÓRDENES DEL GOBERNADOR, HIJO DE LA CHINGADA!”...

respondió una fuerte voz de entre el Comando Armado.

Martín, atinó a actuar con calma y salvo su vida y la de los suyos

Mientras desde la habitación contigua, alguien gritaba:

¿Cuántos están ahí?… abre hijo de la chingada… ¿Cuántos están ahí?… abre!!!”

 

Un Año después y desde 6 años antes, a Martín Serrano Herrera le niegan la JUSTICIA.

 

POR ESO SIGUE RECLAMANDO

 

Señor gobernador, en pleno ejercicio de mis derechos constitucionales, respetuosamente, a un año de los HECHOS y la INJUSTICIA, que usted muy bien conoce, le reitero mi petición de hace casi un año (01-12-08), por razones de interés público, humanitarias y de elemental JUSTICIA. Confío en que en su sano y sereno juicio, asuma y respete su responsabilidad Constitucional; mejore su disposición hacia el reclamo de un ciudadano común, que se gana la vida como periodista y a quien, esa libertad y actividad profesional se la han coartado y  bloqueado; y para bien, o botón de muestra: es familiar suyo.

 

En espera de que usted cumpla lo que le ofreció conforme a sus facultades y atribuciones constitucionales como Gobernador, para que acabe para él y sus familiares; colaboradores y amigos, esa incertidumbre que provocan las temerarias y extremosas acciones de un Comando Armado en contra de su vida y la de sus seres queridos, que por razones obvias se teme que en cualquier momento se vuelva a repetir, o tenga una nueva versión, en solitario o en grupo.

 

Licenciado Fidel Herrera Beltrán

Gobernador Constitucional del estado de Veracruz, Llave

Presente.

 

Señor gobernador, como usted bien sabe, en la más sincera actitud ciudadana, millones de veracruzanos aspiramos a que usted sea congruente en sus hechos, con base en lo que ha expresado en sus dichos. Lo mismo ocurre en las familias, en las amistades y con las autoridades en general escolares, universitarias, administrativas, municipales y federales. En razón de la esperanza de millones de mujeres y hombres veracruzanas y veracruzanos de distintas edades, valoro pertinente retomar lo publicado en NOTIVER en aquél domingo 30 de noviembre de 2008: “En la víspera de lo que sería el inicio de su quinto año de gobierno: “… el gobernador Fidel Herrera Beltrán aseguró este día que en lo que resta de su gobierno se dedicará de lleno a proteger el empleo, a generar oportunidades de ingreso y a invertir en la gente, “primero la gente, su alimentación, su seguridad, su vestido, su casa, su salud

 

Señor Gobernador respetuosamente me dirijo a usted, como ciudadano veracruzano y mexicano, en pleno ejercicio de mis derechos constitucionales, para compartir con usted reflexiones en temas de interés público; de alto valor humano y de atención a la demanda ciudadana, ante hechos que ponen en peligro la vida de ciudadanos veracruzanos y sus familiares; en defensa de la Libertad de Expresión y en la urgente necesidad de que mejore la prestación de los servicios públicos en su gobierno; desde este modesto espacio valoro pertinente, volver a insistir en invitarlo a reflexionar y en pedirle su oportuna intervención para evitar que en nuestro amado estado de Veracruz, se sigan cometiendo injusticias, persecuciones, amenazas, intimidaciones, amedrentamientos, agresiones y/o mayores riesgos de crímenes, “levantones”, homicidios o desapariciones en contra de periodistas, sus familiares, colaboradores y amigos.

 

Señor Gobernador, el pasado 22 de septiembre (de 2008), le compartí en mi entrega semanal, el escrito que días antes me envío mi Amigo y compañero Martín Serrano Herrera, al otro día de sobrevivir, de salvar la vida ante una agresión armada, junto con su esposa, sus tres hijitas y su hijo, todos menores de doce años de edad. Por fortuna no dispararon en su contra. Vea usted, ahora en una formal denuncia, que vivencias le provocaron su temeridad por PEDIR y RECLAMAR JUSTICIA:

 

Señor Gobernador, en esta entrega, nuevamente le comparto la denuncia en la que Martín Serrano Herrera, RECLAMA JUSTICIA, y que por la vía legal presentó ante el C. Procurador General de Justicia del estado de Veracruz, en la ciudad de Jalapa de Enríquez, Veracruz, el  Jueves 27 de noviembre del 2008, con copia a otras autoridades, organismos no gubernamentales y a la opinión pública en general.

 

Por todos los antecedentes que usted conoce y los riesgos de que ocurran nuevamente hechos sangrientos en contra de otras y otros periodistas, sus colaboradores y hasta sus familiares, como es el caso que nos ocupa de su pariente Martín Serrano Herrera, respetuosamente le pido que:

 

  1. Que no deje sin efecto, posponga, postergue o dilate su compromiso constitucional de salvaguardar la integridad personal de todas las personas y sus familias, que radican en Veracruz y se dedican a labores honradas, como es el caso de Martín Serrano Herrera.
  2. Intervenga y resuelva como ha ofrecido, según se precisa en la denuncia de Martín Serrano Herrera, oportunamente antes de que podamos llegar a tener otro hecho tan lamentables o más que los ocurridos a otros periodistas que en nuestro amado estado de Veracruz, han perdido la vida durante el trayecto de su gobierno.

 

A continuación le comparto el texto integro de la citada denuncia que fue entregada, como consta en los correspondientes sellos de RECIBIDO el 28 de noviembre del 2008, por personal que labora en la Secretaría Particular del C. Procurador y en la Agencia 15 de la Dirección General de Investigaciones Ministeriales de la misma Procuraduría del gobierno del estado.

 

C. PROCURADOR GENERAL DE JUSTICIA DEL ESTADO DE VERACRUZ

C. AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO INVESTIGADOR

P r e s en t e.

 

MARTÍN SERRANO HERRERA, mexicano, mayor de edad, fundador, propietario y director general del periódico denominado Diario TRIBUNA, con domicilio para oír y recibir todo tipo de notificaciones el ubicado en doctor Rafael Lucio número 1-206, esquina Parque Lerdo 2, Centro de la ciudad de Jalapa, capital del estado de Veracruz, México, por mi propio Derecho y con fundamento en los Artículos 1, 5, 6, 7, 8, 9, 16, 17, 20, 21, 22, 102, 108, y demás relativos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con este escrito comparezco ante usted para señalar acontecimientos de los cuales considero que se desglosan gran cantidad de delitos, sucesos que         a continuación narro:

HECHOS

Como indico en el proemio del presente, encabezo un proyecto editorial que inicié el dos de febrero del año 2000, de lo cual hay Fe Pública.

Desde entonces a hoy hemos sido agredidos continuadamente, en represalia al trabajo informativo que cumplimos. Y todos los ataques continúan impunes.

Para abatirnos han sido empleados recursos del Estado en numerosas ocasiones, lo que he podido acreditar en más de una veintena de expedientes de los cuales hay registro en agencias del Ministerio Público de esta demarcación judicial, como en la Procuraduría General de la República.

Las agresiones no cesan.

El 15 de septiembre del año en curso, aproximadamente a las 18:00 horas, sobre unos de los balcones de las oficinas de mi periódico que se ubican frente a la plaza pública Sebastián Lerdo de Tejada y al palacio de gobierno, en el Centro de esta capital, desplegué una bambalina de aproximadamente tres metros de alto por dos de ancho, con un texto cuya finalidad era llamar la atención del gobernador Fidel Herrera Beltrán por los descomunales ataques impunes contra la publicación que encabezo, contra mí, mis colaboradores y cercanos, y en razón de que los numerosos llamamientos que se le han efectuado, incluso que ha firmado de recibido, no habían tenido respuesta.

Dicha acción, que se encuentra inscrita en la garantía del derecho a la libertad de expresión y manifestación, fue motivada también por la persistencia de ataques y crímenes odiosos en contra de la prensa crítica en toda la entidad veracruzana, cuya consecuencia irrecusable es el despojo a la sociedad de su derecho de conocer la realidad. 

Cuatro de mis descendientes, todos menores de edad, y la mamá de éstos, habían arribado a las instalaciones de mi periódico minutos antes, ya que desde ahí pretendían observar el evento musical que tenía verificativo abajo, así como posteriormente atestiguarían la ceremonia de “el grito” que mas tarde encabezaría el gobernador justo enfrente, es decir, en el balcón central del palacio de gobierno.

Aparte de mí nadie sabía que me iba a manifestar desde lo alto explayando el lienzo referido, que exhibía las palabras siguientes >>>

FIDEL, TU INJUSTICIA también LATE CON FUERZA Y SEGUIMOS ESPERANDO ¡BASTA DE IMPUNIDAD!

Sin aviso previo desplegué la bambalina, intentando una manifestación pacífica con la cual pretendía que Fidel Herrera Beltrán hiciera conciencia de su responsabilidad constitucional y que como titular del Ejecutivo que es, mediante los instrumentos del Estado no instigue mas agresiones ni reprima, sino que prevenga, investigue y sancione todos los actos que atenten contra las libertades fundamentales de los ciudadanos, y en el caso específico que sean atendidos mis reclamos, algunos de los cuales, como ya mencioné, constan en mas de veinte expedientes en las instancias de administración de justicia.

Pude ver que al momento que realizaba mi protesta muchas personas se percataron y desde distintos puntos fotografiaron. Adjunto una de las fotografías que luego llegaron de manera anónima.

Al cabo de breve lapso durante el que mi pancarta estuvo fuertemente asegurada a la protección metálica del balcón, sobrevino un chubasco que obligó a los concurrentes al festival septembrino en la plaza Lerdo a extender paraguas rojos que les habían repartido desde vehículos que permanecieron estacionados en las inmediaciones durante las horas previas.

Y fue en ese momento que de encima de la azotea de las oficinas de mi periódico escuchamos golpes muy fuertes y simultáneamente miramos que la bambalina era tironeada hacia lo alto; supusimos que la movía el fuerte viento que en ese momento azotaba, por lo que salí al balcón para constatar que continuaba bien asegurada, siendo mayúscula mi sorpresa al ver que desde arriba y con una vara larga unos individuos vestidos de civil arremetían contra ella e intentaban desprenderla.

Uno de esos sujetos ya estaba desprendiéndose de la azotea en dirección hacia mi rótulo y por encima de él se asomó el cañón de metralletas en dirección a mí. El tipejo me gritó “¡quita esa madre, hijo de tu chingada madre!” y otro secundó sus gritos ladrando un imperativo “¡qué la quites!”,  a lo que alzando la voz les cuestioné que ¿por órdenes de quién?, alcanzando a distinguir que de la azotea del edificio que está al otro lado de la calle Rafael Lucio por lo menos otros tres que portaban vestimenta oscura como la que uniforma a los elementos de la policía preventiva local, también apuntaban sus armas en dirección a mí. Uno de los patibularios que se veía que estaba recostado por encima de las oficinas de mi medio de comunicación, asomándose desde la azotea del edificio, me gritó: “Quita esa madre hijo de la chingada…” contestando a mi pregunta: “¿Por órdenes de quién?... ¡POR ÓRDENES DEL GOBERNADOR, HIJO DE LA CHINGADA!”...

Al día siguiente que retorne al lugar, pasado el meridiano, constaté que se llevaron mi bambalina tras cortar los alambres que la aseguraban firmemente, así como uno de los postes que la sostenían y dejando otros soportes maltratados, los cuales permanecen en el lugar como comprobación del ataque.

Ante esa situación de emergencia traté de mantener la calma en tanto que analizaba con rapidez cómo escapar de los agresores y proteger a mis familiares. Veloz salté hacia adentro y le pedí a los míos que continuaran en silencio. A prisa colocamos un mueble de metal para bloquear esa puerta e insté a mis hijos y su mamá a refugiarnos en una pieza anexa. De ahí decidí pasarlos a otra área intentando mayor seguridad para todos, pero al abrir la puerta hacia el pasillo en penumbras, para mudarlos, sobre mi pecho fue colocado el cañón de un arma de fuego portátil de las comúnmente conocidas como metralleta.

¡Ahí estaban apuntándome varios sujetos que también habían invadido el pasillo!

Al mirar que había niños se desconcertaron, lo que aproveché para arrojar la puerta a la cual también le colocamos obstáculos que dificultaran su eventual derribamiento mientras pensaba en cómo enfrentar la contingencia.

Entonces comenzaron a golpear la puerta y a proferir frases altisonantes, como la siguiente: “¡¡¡… ¿Cuántos están ahí?… abre hijo de la chingada… ¿Cuántos están ahí?… abre!!!”

Eran muy insistentes en preguntar que cuántos estábamos dentro de las instalaciones de mi periódico, pero guardamos silencio.

Refugié a todos en un tercer cubículo, donde permanecimos varias horas, tiempo durante el cual desde mi teléfono celular marqué a la línea local de emergencias 066 para acusar esta agresión a la libertad de expresión y manifestación donde estuvo en muy grave peligro mi vida, la de mis hijos y de su mamá, y las instalaciones donde se ubica este medio de comunicación fueron violentadas. La operadora del 066 que me atendió me corroboró que ahí graban todas las llamadas.

También marqué al teléfono de Andrés Timoteo Morales, corresponsal del cotidiano LaJornada,  y a otras personas para comunicarles esta situación de la cual permanecieron atentos.

Por diversas fuentes, después me enteré que en todo momento el diputado Érick Lagos Hernández estuvo al tanto de este censurable acontecimiento y cuando el diputado Sergio Vaca Betancourt le solicitó que interviniera para frenar la agresión respondió “que le partan su madre”, agregando que me lo merecía pues para qué había yo colgado una manta en contra del gobernador, creencia errónea porque en realidad se trataba de una protesta a la que se llegó en razón de que otras expresiones de inconformidad han resultado insuficientes para ganarle un espacio a la apatía y pasividad gubernamentales. También supe que Hugo Maldonado Díaz, colaborador del secretario de gobierno, Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez, se expresó con mucho desprecio hacia mi persona al informarle a este funcionario respecto a la bambalina que yo había colocado; Maldonado fue redirigido hacia el vocero oficial Juan Alfredo Gándara Andrade quien le contestó que le pediría instrucciones al gobernador respecto a qué hacer, versión que días después personalmente y en todos sus términos me fue confirmada por el citado Gándara Andrade.

Aún a resguardo en una de las áreas del periódico y mientras esporádicamente seguían los golpes a las puertas de mis oficinas, recibí telefonemas supuestamente de parte de colaboradores del gobernador Herrera, algunas de esas llamadas telefónicas desde el número (228) 8 41 80 00, mediante las cuales me confirmaron que en el edificio estaban apostados varios sujetos armados, y al lado de las puertas de las oficinas de mi periódico, indicándome que en cualquier momento el “comandante caudillo” se encargaría de retirarlos para que con mis familiares yo abandonara el lugar, informándome que una cámara de seguridad desde el palacio de gobierno estaría emplazada hacia la puerta del edificio para grabar el momento en que nos retiráramos de ahí. Sarcásticamente se me dio a escoger si retirarme de las instalaciones de mi periódico o continuar adentro “para ver la ceremonia de el grito”.

Antes de que saliera de las instalaciones, por el mismo teléfono (228) 8 41 80 00, a las 22:25:32 horas, se me pidió que nos asomáramos al balcón del cual desaparecieron mi bambalina, para que las cámaras del palacio de gobierno nos videograbaran; a lo cual tuve que acceder en razón del historial de represalias por nuestra labor informativa, y como una alternativa de protección a mis familiares que en ese momento eran las víctimas mas sensibles.

Luego de que por el mismo teléfono me confirmaron que nos estaban videograbando, y que todo el episodio que denuncio lo habían capturado también, por seguridad de mis familiares que quedaron con un terrible trauma por estos hechos procedí a marcharme de las instalaciones de mi periódico. 

Al día siguiente, poco después del medio día, cuando acudí a las instalaciones de Diario TRIBUNA constaté que además de causar estropicios hacia el interior del pasillo, donde me destrozaron el logotipo del periódico, se metieron al área de mi oficina, la cual consta de dos piezas, donde revolvieron todo, voltearon los muebles y una cámara fotográfica desapareció; aunque aparentemente sólo pudieron ingresar a una de estas piezas, probablemente porque la puerta de metal que las intercomunica tiene una cerradura que se atora al intentar abrir.

A otra puerta de las oficinas de mi medio de comunicación, que también da al pasillo, le averiaron el llavín alcanzándose a ver los intentos de abrirla.

En el resto del edificio los intrusos dejaron sus huellas, con envases de bebidas embriagantes y reguero de los cristales que destrozaron a oficinas vecinas. Actuaron a sus anchas ya que una vez que en compañía de mis familiares abandoné las instalaciones de mi periódico sólo quedaron ellos, escondidos, en los pasillos de la propiedad.

Después de esa agresión transcurrieron unas semanas de aparente calma, pero el sábado 11 de octubre, alrededor de las 18:30 horas, cuando abría la puerta del automóvil que ahora conduzco y que estaba estacionado sobre la calle Jesús González Ortega, casi esquina con la calle Insurgentes, a tres calles de las oficinas de mi periódico en el Centro de esta ciudad, de pronto sentí sobre el  costado izquierdo que algo me oprimía, al tiempo que voces me planteaban que no volteara pero alcanzando yo a mirar que aparentemente se trataba de una pistola. Eran dos sujetos, de estatura mediana, uno de ellos obeso, quienes amenazaron que no me siguiera metiendo “con el señor gobernador Fidel Herrera” o que me arrepentiría, y que si me sentía yo “muy cabroncito”; desconozco si un funcionario y un empleado del gobierno estatal a los que había yo saludado momentos antes sobre esa misma rúa se percataron del incidente que para mi fortuna no pasó del susto, pues acto seguido los sujetos en cuestión se fueron corriendo hacia la calle Insurgentes donde dieron vuelta en sentido contrario a la circulación vehicular. Opté por abordar el vehículo y de ahí me dirigí a la calle Revolución número 262, donde estaban mis familiares que habían llevado a rasurar a uno de mis hijos. No comenté nada de este incidente con nadie de ellos debido a que estoy tratando de que aminoren sus preocupaciones después de lo ocurrido el 15 de septiembre, que narro en líneas anteriores.

En pos de evidencias contundentes y al no cesar el acoso, luego de varios intentos el 17 de Octubre siguiente, alrededor de las 16:00 horas, localicé al gobernador Fidel Herrera Beltrán cuando salía de un evento efectuado en un salón de fiestas que al parecer es del sindicato de electricistas, ubicado en la calle Ignacio Allende de esta ciudad. Al verme, rápidamente el mandatario extendió su mano para estrechar la mía y me lanzó un desconcertante “Quihúbole… ¿qué quieres?”, corroborando inmediatamente lo que yo quería saber: “…vi tu manta, eh?”.

Sin detenerse y literalmente huyendo del sitio, desde la camioneta roja que utiliza Fidel Herrera Beltrán les gritó a sus colaboradores que me llevaran a su oficina en palacio de gobierno y que me metieran por la cochera. “¡Voy para allá, alcánzame allá!..”, expuso a voces dirigiéndose a mí. Por medios propios mas tarde acudí al recinto gubernamental donde, al verme llegar caminando, los custodios del gobernador me apresuraron diciendo que “el jefe” me estaba esperando, metiéndome rápido al elevador y subimos.

Cuando arribé a la oficina del gobernador éste permanecía en el sanitario, por lo que me condujeron a un salón adyacente que tiene grandes ventanales desde donde se mira el parque Benito Juárez García. Rato después, pero antes de que Fidel Herrera Beltrán saliera del sanitario, fui retornado a la oficina principal del palacio. El titular del Poder Ejecutivo del Estado de Veracruz salió del “baño” frotándose las manos y se sentó en un sofá e intentó alguna broma; luego se acordó que somos parientes y se declaró ajeno a las agresiones que he venido denunciando durante estos años, afirmando que frenaría esta situación y en mi presencia comisionó a varios de sus colaboradores para que atendieran “este problema”, entre ellos al secretario privado Juan Carlos Fernández Ruiz, al secretario particular Luis Arturo Ugalde Álvarez, quienes estaban presentes, así como al vocero oficial Juan Alfredo Gándara Andrade, descartando a otros porque “no arreglan ni donde se acuestan”. “¡Me tiene hasta la… esta bola de inútiles, burocracia inservible!” profirió en algún momento relacionando por nombre a varios de sus colaboradores, a quienes en ese momento no vi en el lugar.

Respetuosamente le expuse al mandatario mi permanente disposición al diálogo, puntualizando del mismo modo que bajo ninguna circunstancia se podrá  comprometer mi convicción de dar a conocer verdades sociales sobre una realidad que está a la vista de todos y es irrefutable.

Él volvió a expresarme: “…vi tu manta, pero yo soy ajeno a eso” procediendo enseguida a hacer cera y pabilo, como coloquialmente se dice, a varios individuos que permanecían cerca de él y luego, por teléfono en altavoz, al vocero oficial Juan Alfredo Gándara Andrade, a quien ásperamente recriminó que él tiene que resolver todos los problemas ya que todos los que lo rodean son ineptos, por decirlo en palabras cordiales. También les dijo que (a sus colaboradores) yo los quería “quemar” pero en la Plaza Lerdo, aludiendo al autoinmolado Ramiro Guillén Tapia.

Aunque en realidad estábamos en su oficina del palacio de gobierno, por teléfono con el altavoz activado, el gobernador le indicó a su vocero oficial: “Aquí estoy con Martín en el TRIBUNA, tuve que subir a verlo a su oficina… ¿ustedes qué hacen? nada!.. Ahorita voy a arreglar los problemas que traemos con TRIBUNA”, y cuando Gándara balbuceaba algo le interrumpió la comunicación y dirigió sus palabras a su secretario privado, Juan Carlos Fernández Ruiz, ordenándole que este asunto debería quedar resuelto inmediatamente, ofreciéndome que a partir de ese momento se solucionaría todo lo relacionado con mis reclamos de justicia y cesarían las agresiones, aunque socarronamente expresó que “aquí ni siquiera conocemos las metralletas” cuando repliqué acerca de los hechos del 15 de septiembre en las instalaciones de mi periódico, narrados ya, y donde mis familiares y el suscrito estuvimos en grave peligro.

Se levantó y me acusó de estarlo retrasando en sus actividades, pidiéndome que siguiéramos conversando a bordo de la camioneta oficial, pues iba a inaugurar el edificio de la Procuraduría estatal, ubicado en la avenida Culturas Veracruzanas, y luego al arzobispado. En el trayecto le insistí respecto a mi demanda de justicia y, entre telefonemas sin fin y órdenes a Luis Arturo Ugalde Álvarez que iba sentado a mi izquierda, y a Juan Carlos Fernández Ruiz que iba a mi derecha, todos en la parte de atrás y él junto al conductor, repitió que todo se arreglaría y que también me restituiría el automóvil que me robaron hace varios meses. Días después de una agencia automotriz me quisieron cobrar un vehículo que alguien se llevó facturado a nombre mío.

Llegamos ante el nuevo edificio de la Procuraduría estatal y el gobernador me pidió descender de la unidad junto a él, procediendo a gritarle al procurador Salvador Mikel Rivera, en tono festivo: “Mikel, mira!... aquí te traigo al primer detenido…”, diciendo esto delante de muchos reporteros y fotógrafos, quienes ya esperaban para la referida inauguración, lo cual no me hizo ninguna gracia ya que me percaté de que todo era una chanza de parte suya ante una demanda formulada con toda seriedad y de manera por demás respetuosa.

En los días siguientes acudí al palacio de gobierno varias veces, atendiendo a que el 17 de octubre el jefe de las instituciones de Veracruz me solicitó que fuera a verlo a ese lugar para ultimar detalles respecto a la solución a mis demandas justas que, por tanto, no constituyen pretensiones o exigencias que no estén sustentadas en Derecho.

Sin embargo, después de ese encuentro con el gobernante no ha habido absolutamente ningún avance en este caso, con lo cual también se lastima la de por si escasa credibilidad. Y luego de ese día sus colaboradores que se mostraron exageradamente comedidos, transformaron su actitud en pedantería y despotismo, desde los cancerberos que determinan qué ciudadano traspone la puerta de entrada al palacio de gobierno y quienes resultan non gratos, los de las puertas de la oficina de petición de audiencia, y así sucesivamente.

Algunas de esas veces que he acudido a la sede del Ejecutivo estatal se ha asomado al pasillo Ricardo Olivares Hernández, quien se identifica como amigo y auxiliar del secretario privado del gobernador, para pedirme que vuelva en otra ocasión debido a que “mi jefe está en una reunión”.

A fuerza de insistencia, el miércoles cinco de noviembre a las dos de la tarde logré ver unos instantes a Juan Carlos Fernández Ruiz, a quien en una salita del inmueble gubernamental alcancé a recordarle el compromiso del gobernador Fidel Herrera Beltrán, confesándome éste que aunque el día del encuentro con el mandatario, el 17 de octubre, les pidió que salieran para hablar conmigo, él y los demás escucharon toda la conversación, por lo que me ofreció un  plazo de ocho días, tiempo coincidente con el viaje del gobernador de Veracruz a China, para una respuesta definitiva que dijo que me haría saber incluso antes de ese término si lograba comentarlo con el gobernante.

En ese ínter, el lunes 10 de este noviembre, a medio día, dentro de las instalaciones de mi periódico, justo tras la puerta que da al balcón de donde con violencia arrancaron la bambalina la noche del 15 de septiembre, como relato en líneas precedentes, apareció tirado adentro, justo a mitad de la pieza, uno de los postes utilizados para sostener la tela empleada en mi manifestación, mismo que en esa ocasión se llevaron junto con mi bambalina. Situación altamente sorprendente.

El jueves 13 de noviembre asistí al palacio de gobierno a solicitar audiencia con el citado Juan Carlos Fernández Ruiz, secretario privado del gobernador Fidel Herrera Beltrán, y de nuevo apareció Ricardo Olivares Hernández quien me condujo a los pasillos exteriores para decirme que no tenían conocimiento de nada (¡qué burla!), pero que le comentaría al referido Juan Carlos Fernández Ruiz de mi presencia y que en la noche me hablaría por teléfono. Al no hacerlo así el siguiente medio día y en la tarde-noche, 14 del presente, nuevamente fui al edificio gubernamental, infructuosamente pues “no estaban”.

Esa noche aproveché para ver en su oficina al vocero oficial Juan Alfredo Gándara Andrade, quien empezó por preguntar respecto a mi salud y reiteradamente se lamentó de su hernia hiatal que no lo deja alimentarse “adecuadamente”. Gándara me comentó que una persona de nombre Othón González no lo quiere y que supuestamente anda filtrando a “enemigos políticos” cierta información para perjudicarlo; luego señaló que iría a comentarle “al jefe” que me “andan bateando” sus colaboradores, y le ordenó a sus secretarias que volvieran a anotar mis datos de contacto, diciéndome que le preguntaría “a Fidel” y me telefonearía, pero que lo haría luego de que el mandatario superara el protocolo de su Cuarto Informe de Gobierno en la legislatura, cambiando mas adelante de que sería mejor que yo regresara a esa oficina el “lunes o martes”.

Ese viernes 14 de este noviembre, antes de entrevistarme con el vocero oficial a las ocho de la noche, fui al área de fotografía dependiente de esa oficina para preguntarle al ciudadano René Corrales Martagón si guardaba en su archivo las imágenes que captó de las agresiones del 15 de septiembre ya descritas, confirmándome que sí fotografió varias veces desde dentro del palacio de gobierno en la hora y fecha citadas, tal como ya me lo había informado días atrás cuando nos encontramos al cruzar por la Plaza Lerdo. Rato después, mientras yo saludaba a los demás fotógrafos que estaban ahí reunidos, de nombres Adrián, Marcelo, Alfredo, César, otro Alfredo, etcétera, me comentó que sí guardó las fotografías en cuestión pero que éstas habían desaparecido pues aparentemente alguien le borró sus archivos.

Finalmente, el martes 18 de este noviembre a medio día cuando yo cruzaba por uno de los pasillos del palacio de gobierno, el multicitado Juan Alfredo Gándara Andrade salía de su oficina seguido por su asistente Francisco Reyes Isidoro y al percibirme me solicitó que fuéramos “a ver al gobernador”, pero al llegar a la planta alta del palacio de gobierno cambió de discurso indicando que era mejor que acudiera en la noche a las oficinas de comunicación social para saber “qué dijo el gobernador” de mis demandas. Acudí pero ya no me recibió, ni en fecha posterior.

Y la tarde del 19 de este noviembre, a las 16:27 horas, un sujeto llamó a uno de los teléfonos de mi oficina para formularme amenazas y tratar de intimidarme luego de aludir a mi trabajo editorial. Intentando yo alargar la conversación le pedí que se identificara, respondiéndome con evasivas y concluyendo con la advertencia de que “van” por mí.

 

C. PROCURADOR GENERAL DE JUSTICIA DEL ESTADO DE VERACRUZ

C. AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO INVESTIGADOR

Como ya narré y consta en numerosos expedientes, es inconmensurable el número de agresiones en contra de nosotros como represalia al trabajo informativo que llevamos a cabo, y resulta preocupante la falta de reacción de las autoridades responsables (de los hechos) frente a situaciones de esta naturaleza, donde se ataca a las libertades de información, expresión y prensa al ser reprimidas manifestaciones urbanas y pacíficas como las que he realizado en demanda de justicia.

En la práctica, aquí, en esta entidad federativa donde el propio gobernador enfatiza que “el que la hace la paga” y que hay “cero tolerancia” para los criminales, las libertades fundamentales parecen palabras vanas frente a la crudeza de los acontecimientos.

Esto no puede continuar así.

Yo le demando, a usted, investigaciones auténticas y la diáfana aplicación de la Ley.

Por ello, y fundado que es en Derecho, le solicito:

PRIMERO.- Tenerme por presentado en tiempo y forma con este escrito de denuncia, querella o acusación, en contra de quien o quienes resulten responsables material y/o intelectualmente de los hechos descritos, y que se desprendan durante las indagaciones; teniendo por reservado mi derecho de aportar pruebas.

SEGUNDO.- Inicie la indagatoria y sean practicadas las diligencias necesarias para el debido esclarecimiento de los hechos, ejercitando oportunamente la acción penal correspondiente.

TERCERO.- Actúe con responsabilidad.

 

A t e n t a m e n t e

Jalapa-Enríquez, Veracruz. Jueves 27 de noviembre del 2008

 

 

____________________________

MARTÍN SERRANO HERRERA

Ccp/ Autoridades, organismos no gubernamentales, Opinión Pública

 

Hasta aquí la denuncia de Martín Serrano Herrera.

 

Señor gobernador, en pleno ejercicio de mis derechos constitucionales, respetuosamente, a un año de los Hechos, le reitero mi petición de hace casi un año, por razones de interés público, humanitarias y de elemental JUSTICIA. Confío en que en su sano y sereno juicio, asuma y respete su responsabilidad Constitucional; mejore su disposición hacia el reclamo de un ciudadano común, que se gana la vida como periodista y esa libertad y actividad profesional se la han coartado y  bloqueado; y para bien, o botón de muestra: familiar suyo. En espera de que usted cumpla lo que le ofreció conforme a sus facultades y atribuciones constitucionales como Gobernador, para que acabe para él y sus familiares; colaboradores y amigos, esa incertidumbre que provocan las temerarias y extremosas acciones de un Comando Armado en contra de su vida y la de sus seres queridos, que por razones obvias se teme que en cualquier momento se vuelva a repetir, o tenga una nueva versión, en solitario o en grupo.

 

En espera de que su atenta respuesta derive en la solución de estos reclamos.

 

Atentamente

 

Reynaldo Castro Melgarejo

 

¿Cumplirá Fidel Herrera Beltrán lo prometido a Martín Serrano Herrera?

¿Pasarán más años de reclamo y de incertidumbre, amenazas, amedrentamientos y graves riesgos para una familia o más…?

 

VEREMOS…

 

2 comentarios

Our -

Todo el mundo tiene que conocer lo que realmente paso y como lo intentaron de hacer ver a la gente, porque estas cosas no se hacen asi, a escondidas.