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DIARIO TRIBUNA

CARTA ABIERTA SOBRE EL MIEDO

Creo que algunos tenemos miedo. Otros no. Escucho voces de descontento en muchas partes. El señor de la tienda, el taxista, el profesor de primaria, la enfermera de la farmacia, el campesino. No se. Creo que ya se empezaron a dar cuenta de como está la cosa...de tan fea.

Es triste y da coraje. Tantos años pagando IVA, teléfono, luz, agua, derechos vehiculares, trámite para copia certificada de acta de nacimiento, permiso de salubridad para vender comida, trámite para licencia de servicio público, acta de matrimonio, inscripciones y muchos, muchísimos pagos más.

¿Y todo ese dinero a dónde se va? ¿Cuánto es? ¿A poco son preguntas muy difíciles?

No. Está bien fácil, esa lana es la que usa el gobierno para operar, para funcionar.

Lo que el pueblo paga, el gobierno lo gasta.

Me dirán que con esos recursos hacen puentes, carreteras, escuelas, centros de salud, calles, y muchas cosas más.

Pero creo que la raza ya se dio cuenta de que con ese recurso -que emana del pueblo- también se pagan los sueldos y las prestaciones de miles de burócratas.

El aparato gubernamental es gordo, obeso, y por lo mismo, caro.

Nada más que eso no se debe decir en voz alta, porque se pueden enojar con uno.

Aquí en Veracruz en los primeros nueve meses del año -al tercer trimestre, como dicen los economistas- los ingresos totales del gobierno del estado ascendieron a 62 mil 257.7 millones de pesos.

De ese dinero el mismo gobierno se gastó 57 mil 746.9 millones solo en lo que se conoce como gasto de operación: sueldos, prestaciones, pensiones, rentas, mantenimiento de edificios, viáticos, publicidad oficial, combustible, papelería, etcétera.

Esto quiere decir que el 92.7 por ciento del dinero que le ingresó a los servidores públicos del gobierno del estado de Veracruz, lo gastaron en ellos mismos.

Por eso se les puede ver en camionetotas, comprando ropa en las mejores tiendas, comiendo en restaurantes, yéndose de gira con viáticos de cinco estrellas y además, gozando de un servicio médico de excelencia. Sus oficinas relucientes están muy lejos de parecer austeras. Pareciera que ahí despachan funcionarios de un país riquísimo, y en algunos casos, de una monarquía absolutista.

Raros son, porque también los hay, los honrados, que se dedican de verdad a trabajar con probidad y esmero.

Que descaro cuando en la inauguración de una obra nos dicen que debemos estar agradecidos y aplaudirles; hasta se toman la foto y salen en los periódicos, a cuyos dueños les pagan una buena cantidad para que los pongan en sus portadas y les publiquen el comunicado oficial del evento.

En el boletín redactado por la oficina de comunicación social los adjetivos favorables son abundantes. Parece que nos quisieran ver la cara.

¿Se habrán enterado que nosotros ya sabemos la verdad? Por si las dudas, se los voy a escribir aquí mismo:

¡Es su obligación hacer bien el trabajo! Para eso les pagamos.

Más que inauguraciones, cortes de listón y mamparas o lonas anunciando la obra con una frase llamativa (como esa que está ahora en todas las carreteras del País de que ’Oportunidades ahora sí es de todos’) lo que debieran hacer los sinvergüenzas es preguntarnos si nos pareció que la obra estuvo bien hecha o no, si quisiéramos hacerle alguna modificación, es más, deberían consultar al pueblo antes de hacer la obra para ver si la comunidad está conforme.

Ellos piensan que seguimos ignorantes, nos tratan como a un pueblo de neófitos, como si los mexicanos y mexicanas no supiéramos qué queremos. Como si necesitáramos un gobierno papá.
Que jodidos nos tienen. Nos dicen que van a trabajar para nosotros y que van a cambiar el futuro, pero la verdad es que solo trabajan para ellos y aseguran el futuro, pero de sus hijos. El de los nuestros no les importa.

Claro, es el sistema y a ellos les funciona, y muy bien.
Son parte de este entramado que ha sobrevivido en México tantos muchos años y que este primero de diciembre pareció renacer, cambiar de piel, con la llegada del PRI a Los Pinos.

La gente está harta. Como bien decía un muchacho en las protestas del sábado: México no está de luto, está encabronado.

Así son los priístas: si no estas de acuerdo con ellos y te atreves a manifestárselos públicamente, los estas provocando y atente a las consecuencias.

Como los policías que detuvieron a un muchacho en el Parque Juárez porque los estaba grabando con su celular. Dijo uno de los uniformados que temían que el chavo fuera informante del narco. Nada de qué extrañarse.

Ahora grabar a la policía te convierte en sospechoso de narcotráfico. Es el colmo.

Los que tenemos miedo vamos a seguir igual. Viendo como estos ’servidores públicos’ se agandallan el presupuesto, no informan más que lo que les conviene y se siguen enojando con temas como la falta de transparencia, el excesivo endeudamiento y los gastos superfluos.

Con este miedo nos quedaremos callados y seguiremos viendo La Voz México, el futbol, los centroamericanos y las noticias de López Dóriga, RTV o Telever.

Dentro de los que no tenemos miedo hay dos grupos. En uno entran todos los que se benefician de este sistema de cosas.

Los funcionarios públicos, que al final de su gestión salen con tres coches del año y jugosas empresas recién abiertas en las que son socios mayoritarios.

Los dueños de periódicos que prefieren darle ’espacio’ al gobernador y a los alcaldes que les compran publicidad, y minimizan o esconden noticias incómodas.

Los gerentes de las televisoras que también reciben cuantiosas sumas por spots oficiales transmitidos en sus tiempos triplé A, sus similares de la radio y los correspondientes del internet.

Los sindicatos blandos -en México parece que no hay otros- que logran beneficios para sus trabajadores a cambio de no desquiciar al País con protestas.

Los miles de agentes del orden, policías, soldados, judiciales, etcétera, con pistola o sin ella, que se la dan de jefes y que actúan con desbordado cinismo y corrupción en las agencias del MP, en los juzgados y en las cárceles.

También entran dentro de los no miedosos los agentes viales, empleados de oficina que tienen sueldo, aguinaldo y pensión garantizados; en el mismo caso los miles de trabajadores de los sectores salud y educación, quienes forman la parte más gorda de la nómina de cualquier estado de la República.

Todos esos y muchos más forman ese primer grupo de ’valientes’. Ellos no tienen miedo. Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, pregonan. Su ’área de confort’ es, válgase la redundancia, muy confortable.

El segundo grupo de los que tampoco tenemos miedo somos ustedes y yo.

Ustedes, que como medios de comunicación independientes, saben de la importancia que tiene para una patria digna darle voz a los que no la tienen. Lo sabe especialmente aquél que además de ser dueño de un periódico, es periodista: Suena parecido, pero no es lo mismo.

Ustedes, que como estudiantes ya conocen la verdadera historia de México y no están dispuestos a repetirla.

Ustedes, que como padres de familia saben perfectamente bien en donde ha estado el engaño del sistema político mexicano, que ha desfalcado a la nación y ya no están dispuestos a permitirlo, porque no quieren dejarle a sus hijos un País más jodido que el que les dejaron a ustedes.

También incluyo en este grupo de gente que no tiene miedo:

A todos los mexicanos y mexicanas que como yo, se han dedicado toda su vida a trabajar, honradamente, que jamás han faltado a su palabra, que seguramente han cometido errores, pero nunca han traicionado a sus hijos, viéndolos de frente cada mañana pueden decirles: hijo mío, hija mía, tu padre, tu madre, han hecho todo lo que ha estado en sus posibilidades no solo por sacarte adelante, sino, lo más importante, darte un buen ejemplo, para que nadie nunca pueda señalarte:

’Ahí va el hijo de un sujeto nefasto que al amparo del poder se enriqueció, que tuvo un puesto en el gobierno y lo usó para hacer negocios y asegurarse un futuro para él y los suyos, sin importarle un comino las consignas que advierten sobre el alto riesgo de robar al pueblo, engañarlo y pasar por encima de su voluntad soberana’.

’Ahí va la hija de un agente de tránsito que todos los días sale a la calle a robar a los automovilistas, corrompiéndose y corrompiéndolos a cambio de no levantarles una infracción’.

’Ahí va el sobrino de un policía prepotente, que anda en la calle con la pistola de fuera, amedrentando, amenazando’.

’Esa que va por allá es la mujer de un presidente de partido que se la vive repartiendo favores y comprando lealtades para asegurar la permanencia de su grupo en el poder’.

Por eso, algunos de los que no tenemos miedo hoy levantamos la voz con una seria advertencia:

Ten cuidado gobernador de cualquier estado de la República, ten cuidado diputado, alerta alcalde.

Haz tu mejor esfuerzo por no equivocarte. México es un País tranquilo, sus ciudadanos y ciudadanas somos alegres, nos gusta estar en paz. Pero no a costa de lo que sea. Ya no. Tenemos dignidad. Estamos despiertos. Tienen permiso de equivocarse...pero hagan un esfuerzo por no hacerlo deliberadamente.

Métanle ganas a la chamba. Nosotros, los ciudadanos, de cualquier profesión, posición social, religión o ideología política, estaremos atentos, vigilantes, somos sus jefes, sus patrones.

Y más les vale actuar con probidad.

Lo siento mucho pero quiero informarles, que ya no les creemos.

Se muy bien que en los actos oficiales hay mucho público aplaudiendo. Pero también se, y ustedes mejor que yo, que ese público es parte de la escenografía, donde está todo controlado.

Tanto o más que el control que ejercen sobre los medios locales de comunicación, salvo honrosas y muy contadas excepciones.

No en balde las enormes cantidades de dinero que se le pagan a periódicos, estaciones de radio y tv, internet y revistas, por concepto de publicidad oficial.

Ustedes y yo sabemos que ese gasto no se conocerá jamás: para eso cada mes lo vuelven a clasificar como información confidencial.

El teatro terminó. Si esta carta se publica por cualquier medio y hay uno o dos ciudadanos que la lean y estén de acuerdo con lo que expresa, ustedes, funcionarios públicos, tienen la obligación de responder.

Ya sé que Ustedes tienen el poder. Eso ni me preocupa ni me arredra. La voz es nuestra. Escuchen.

(Texto original de periodismodeverdad.wordpress.com)

1 comentario

Dan -

Muy de acuerdo con la publicación. El hartazgo se puede ver en todas partes, y sobretodo en los sectores más jóvenes de la sociedad, quienes no creemos las mentiras de la TV y los políticos, pero no sabemos muy bien cómo actuar. Me alegra mucho que existan periodistas y comunicadores con verdadero valor que alzan la voz por quienes no nos atrevemos o no sabemos cómo hacerlo. Y por supuesto que el cambio empieza en uno mismo, pero me parece que con eso no basta para la crisis que vivimos en México.